miércoles, 26 de agosto de 2009

EVITA Y LOS ANIMALES.

“¡Guao, waaooo, guaao, wawawao, guaguao, guao!” Iris salio asustada de la casa, su hija Evita, estaba jugando en el patio de la casa. ¿Por qué hacia ese ruido? Ella no tenía animales. “¿Qué haces mi niña? Evita sonrió y dijo: “Mamá vi pasar un perro, le estaba hablando como él habla, porque quiero ser su amiga.” Iris ya calmada, también sonrió y contesto: “Evita, los perros no hablan, ladran, y tú estabas ladrando.” “Sabes mamá, me gustaría ser un perro, y que tú fueras mi dueña.” “No amor, me gustas mas como eres, mi niñita hermosa. Soy tu dueña, porque soy tu mamá. Me gusta besarte, abrazarte, y decirte todos los días, que te amo con mi vida.”

“Mamá, ¿no puedes besar y querer así como a mi, a un perro?” Iris sonreía antes las preguntas y las ocurrencias de su niñita Evita. “Evita, puedo tenerle cariño a un perro y hasta besarlo. Pero quererlo como te quiero a ti, eso si que no puedo. Sigue jugando hija y pórtate bien. Vuelvo a la casa, se me quema la comida.” Evita siguió jugando sola. Jugaba con la tierra, tocaba los gusanos, miraba y reía con las mariposas, y corría detrás de ellas, también trataba de volar como los pajaritos y se caía. Eso la hacia enojar y se ponía triste, porque no los podía alcanzar. De momento vio en una esquina un gato. Se le acerco. El gato la miraba con un poco de temor.

Evita comenzó a maullar: “¡Miau, miau, miau!” el gato puso mala cara y se fue para otro lugar del patio. Evita lo seguía, mientras seguía maullando, “miau, miau, miau” el gato se encrespo, ya estaba enojado. Evita se le acerco mas y lo cogio en sus brazos. El gato trataba de zafarse, no quería estar con ella en sus brazos, ahora era el gato que maullaba, “miau, miau, miau, miau.” Parecía un bebé llorando. Evita le contestaba: “¡Miau, miau, miau! Quiero ser tu amiga, quiero que me digas porque no quieres ser mi amigo. Me llamo Evita, ¿no te gustan las niñas? ¿Cómo te llamas? Yo se hablar como tú. Quiero que tú aprendas a hablar como yo, repite esto, “Evita quiero ser tu amigo.” El gato seguía muy enojado, y como Evita no lo soltaba, le araño la cara y las manos. Evita lo soltó con coraje, y se puso a llorar, mientras le decía:

“¡Eres un gato malo, ya no te quiero, ya no quiero ser tu amiga! ¡Vete de mi casa gato feo! Iris escucho a la niña llorar, fue a ver lo que le pasaba. La niña tenia sangre en las manos y en su carita inocente. Iris se asusto muchísimo. “¡Hijita, mi Evita! ¿Qué te ha pasado?” Evita llorando le dijo: “¡Mamá, mamá, me araño un gato malo, y yo solo quería ser su amiga!” “Pero Evita, ¿Qué le hiciste al gato para que te arañara así?” “Nada mamá, solo quería hablar como él, ser su amiga y enseñarle a hablar como yo. Lo acogí en mis brazos pero no le gustó y por eso me pegó.” Iris respiro mas tranquila, aunque estaba preocupada por aquellos arañazos de un gato desconocido. “Anda mi amor, vamos a la casa, tengo que curarte esos arañazos. Tienes que tener mucho cuidado con los animales. No debes molestar ni tratar de coger a ningún animal que no conoces, te pueden hacer daño. Escucha mi amor, los animales no hablan, y los gatos maúllan. Solo los humanos, como tú y como yo hablamos. No volveré a dejarte jugar sola. Después que te cure y cenes, iremos al parque a jugar.”

Ya mas tranquila, aunque con un poco de dolor en su heridas, Evita dijo: “Mamá, yo quiero un hermanito o una hermanita para jugar. Pronto cumpliré seis años. ¿Por qué no me regalas una hermanita?” Iris se puso un poco triste. Le hubiera gustado regalarle un hermanito o hermanita a su adorada princesita. “Mi amor, eso lo decide Dios. Además un hermanito se tarda nueve meses en venir al mundo, tu cumpleaños es en dos meses, por eso no te puedo regalar una hermanita. ¿Qué otra cosa te gustaría que te regalara amor?
La niña insistía en lo mismo: “¡Mamá, yo quiero una hermanita!” “Es muy rápido tu cumpleaños, no puedo hacerte ese regalo, además papá Dios es el que te la puede regalar. ¿Qué tal un animalito? Quizás un gatito.” Evita se enojo y casi gritando contesto: “¡No mamá, un gato no, son malos, y no quieren ser mis amigos!” Después mas tranquila, sonriendo dijo: “Prefiero que me regales un perrito, para ladrar como él. Le pediré a Dios que me regale una hermanita para mi otro cumpleaños, él si me la va a regalar.”

Iris la beso en su carita llena de arañazos, que aun sangraban un poco. “Si hijita, si Dios quiere, él te podrá regalar una hermanita. Para Dios nada es imposible. Algún día me entenderás hijita. Pero yo te voy a regalar el perrito más bonito del mundo. Para que juegues con él y sea como un hermanito. Pero no debes molestarlo, porque también se puede enojar como el gato.” “No mamá, porque los perros no arañan, y si es tu amigo no te muerde. Los gatos maúllan y los perros ladran.”

Autora: Carmen Lydia Rosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario