lunes, 31 de agosto de 2009

DOS ALMAS GEMELAS.

En una tarde de lluvia, dos amiguitas, mirando por una ventana grande de la casa, conversaban; la niña blanca decía: “Eres oscura como la noche, y yo soy blanca como la nieve.” La niña negra contestó, “Soy la hija del sol, por eso tengo este color, y tú eres esa nube que en lo alto se quedó.” La niña blanca respondió, “Soy tan clara como la luna, tú eres una neblina” La niña negra dice, “Seré la noche y tú serás el día. Mientras doy descanso, tú das trabajo, cansancio, eres como un día pesado.” Contesta la niña blanca, “Soy claridad, tú eres sombra, soy del jardín la flor mas hermosa.”

Contesta la niña negra, “Soy la nube que al mundo moja, por eso es que llueve parecido al llanto, tú eres la nieve que cae bonita, pero al pisar el suelo se ensucia.” La niña blanca se pone triste. Para de llover. La niña negra mira hacia el cielo y ve un bello arco iris. Muy emocionada dice, “¡Ves amiga, un arco iris, y tiene muchos colores! ¡Esta en el cielo y sonríe como un rey!” La niña blanca llora, “Si, es muy bonito, alegra el día y le da al cielo un lindo brillo. Perdóname amiguita, por haber sido tan cruel contigo.”

La niña negra se sonríe. “No amiguita, no tengo nada que perdonarte. No me has hecho ningún daño, solo jugábamos. El color lo creó papá Dios para el arco iris, somos humanas. Y para él solo somos corazón y alma.” Las dos niñas se abrazaron y con ternura se besaron. La niña blanca sonrió y dijo, “tienes razón Ana, por ser hijas de Dios, somos hermanas. No hay color, no hay razas. Las comparaciones te agobian, te cansan. Te quiero amiguita, jamás seré blanca, nunca serás negra. Somos dos niñitas que en el cielo adoran.” La niña negra dice, “Somos para papá Dios dos Ángeles que envió al mundo, una muy clarita, otra mas oscurita, porque así nos vio mucho mas bonitas. Una bendición dice mi mamá, lo mismo dirá tu papá. Dios nos ama y no ve color. Solo al arco iris le dio esa belleza, para que miremos al cielo y veamos su grandeza.”
Es cierto Ana, cuando miras al infinito, se puede sentir esa paz que no tenemos aquí. La luna, el sol, las estrellas, y las nubes, son un paraíso.” Las dos niñas volvieron a sonreír. Ana dijo, “Sarita, ya no llueve, vamos afuera a jugar a las escondidas.” “Muy bien Ana, yo me escondo en tu alma, y tú me buscas en la mía.”


Autora: Carmen Lydia Rosa.

jueves, 27 de agosto de 2009

¿DONDE ESTÁ DIOS?

Mamá, ¿qué es el cielo?
El cielo es donde vive Dios, además es el hogar de las
estrellas, la luna, el sol y las nubes.
Mamá, entonces, el cielo es un castillo. Mi abuelito vive allá con Dios.
Tu abuelito se fue con Dios y esta allá, bien arriba del cielo; porque
el cielo es tan grande o más que un castillo.
Mamá, ¿yo puedo ir al cielo a visitar a mi abuelito?
No hijo mío, porque nosotros somos de la tierra; no se puede ir al cielo sin permiso de Dios. Cuando seamos todos viejitos, iremos al cielo, como tu abuelito.
Aunque otros se van sin ser viejitos, pero eso solo lo sabe Dios, el cielo es muy privado
y no hay maneras de ir, porque está muy, pero muy lejos.
Pero mamá, los aviones van al cielo. Ya sé, no me lo digas, tenemos que tener alas
para poder ir al cielo, como los aviones y los pajaritos. Mamá, ¿cómo pudo
mi abuelito subir al cielo? Él no tenía alas.
Porque papá Dios se lo llevo, ya estaba bien viejito y enfermo, y él se llevo su alma,
que es lo que todos tenemos adentro, y por eso vivimos, pero para ir al cielo tenemos que ser buenas personas y amar mucho a Dios.
Mamá, tu amas mucho a Dios y eres buena, pero yo no quiero que te vayas al cielo,
Me quedaría solo, y lloraría mucho como cuando se fue para el cielo mi abuelito.
No amor mío, no me iré para el cielo, no te dejare solo; no creo que Dios me de permiso todavía, tampoco quiero que tú te vayas al cielo, te necesito aquí, muy cerca de mi.
No mamá, no me iré al cielo a vivir, pero me gustaría tocar las estrellas
y jugar con las nubes.
Eso es imposible hijito querido, las estrellas están muy lejos, aunque las veas cerca, al igual las nubes, no puedes jugar con ellas, pero desde la tierra puedes contarla, hablar con ellas, ver como cambian de color las nubes. Pero si te digo algo hijito, nunca terminarías de contar las estrellas, porque son muchísimas.
Mamá, me gusta pasear en los aviones porque puedo ver mas cerca el cielo y
las nubes, puedo ver hasta animales y cosas dentro de las nubes.
Si hijito, porque las nubes tienen muchas formas, se pueden ver redondas, largas, anchas,
grandes y cortas, y cuando va a llover se ponen de color gris.
Mamá, ¿tú crees que abuelito me ve desde el cielo?
Puede ser hijito, puede ser. Él desde allá arriba te mira y es tu ángel de la guarda,
te cuida mucho y a mi también, porque soy su hija.
¡Que bueno mamá! Ahora estoy mas tranquilo. Abuelito esta feliz y ya no sufre,
tu tampoco mamá, y aunque me hace falta y lo extraño, sé que con Dios esta
muy bien cuidado y nada le faltará. Mamá, esta noche quiero que vengas conmigo a ver las estrellas, mi abuelito me puede estar mirando escondido en una de ellas.
Si hijo de mi vida. Cuando caiga la noche miraremos al cielo y contaremos las estrellas,
abuelito puede ser una de ellas.
¡Mamá, el cielo es un palacio y papá Dios es el rey! Yo quiero mucho a papá Dios, pero a ti mamita, te quiero mucho más. No quiero que vivas en un palacio, quiero que te quedes
conmigo en mi casa. Mamá, ¿me quieres como yo te quiero a ti?
Amor mío, con todo mi corazón, mi vida, y mi alma.


Autora: Carmen L. Rosa.

miércoles, 26 de agosto de 2009

EVITA Y LOS ANIMALES.

“¡Guao, waaooo, guaao, wawawao, guaguao, guao!” Iris salio asustada de la casa, su hija Evita, estaba jugando en el patio de la casa. ¿Por qué hacia ese ruido? Ella no tenía animales. “¿Qué haces mi niña? Evita sonrió y dijo: “Mamá vi pasar un perro, le estaba hablando como él habla, porque quiero ser su amiga.” Iris ya calmada, también sonrió y contesto: “Evita, los perros no hablan, ladran, y tú estabas ladrando.” “Sabes mamá, me gustaría ser un perro, y que tú fueras mi dueña.” “No amor, me gustas mas como eres, mi niñita hermosa. Soy tu dueña, porque soy tu mamá. Me gusta besarte, abrazarte, y decirte todos los días, que te amo con mi vida.”

“Mamá, ¿no puedes besar y querer así como a mi, a un perro?” Iris sonreía antes las preguntas y las ocurrencias de su niñita Evita. “Evita, puedo tenerle cariño a un perro y hasta besarlo. Pero quererlo como te quiero a ti, eso si que no puedo. Sigue jugando hija y pórtate bien. Vuelvo a la casa, se me quema la comida.” Evita siguió jugando sola. Jugaba con la tierra, tocaba los gusanos, miraba y reía con las mariposas, y corría detrás de ellas, también trataba de volar como los pajaritos y se caía. Eso la hacia enojar y se ponía triste, porque no los podía alcanzar. De momento vio en una esquina un gato. Se le acerco. El gato la miraba con un poco de temor.

Evita comenzó a maullar: “¡Miau, miau, miau!” el gato puso mala cara y se fue para otro lugar del patio. Evita lo seguía, mientras seguía maullando, “miau, miau, miau” el gato se encrespo, ya estaba enojado. Evita se le acerco mas y lo cogio en sus brazos. El gato trataba de zafarse, no quería estar con ella en sus brazos, ahora era el gato que maullaba, “miau, miau, miau, miau.” Parecía un bebé llorando. Evita le contestaba: “¡Miau, miau, miau! Quiero ser tu amiga, quiero que me digas porque no quieres ser mi amigo. Me llamo Evita, ¿no te gustan las niñas? ¿Cómo te llamas? Yo se hablar como tú. Quiero que tú aprendas a hablar como yo, repite esto, “Evita quiero ser tu amigo.” El gato seguía muy enojado, y como Evita no lo soltaba, le araño la cara y las manos. Evita lo soltó con coraje, y se puso a llorar, mientras le decía:

“¡Eres un gato malo, ya no te quiero, ya no quiero ser tu amiga! ¡Vete de mi casa gato feo! Iris escucho a la niña llorar, fue a ver lo que le pasaba. La niña tenia sangre en las manos y en su carita inocente. Iris se asusto muchísimo. “¡Hijita, mi Evita! ¿Qué te ha pasado?” Evita llorando le dijo: “¡Mamá, mamá, me araño un gato malo, y yo solo quería ser su amiga!” “Pero Evita, ¿Qué le hiciste al gato para que te arañara así?” “Nada mamá, solo quería hablar como él, ser su amiga y enseñarle a hablar como yo. Lo acogí en mis brazos pero no le gustó y por eso me pegó.” Iris respiro mas tranquila, aunque estaba preocupada por aquellos arañazos de un gato desconocido. “Anda mi amor, vamos a la casa, tengo que curarte esos arañazos. Tienes que tener mucho cuidado con los animales. No debes molestar ni tratar de coger a ningún animal que no conoces, te pueden hacer daño. Escucha mi amor, los animales no hablan, y los gatos maúllan. Solo los humanos, como tú y como yo hablamos. No volveré a dejarte jugar sola. Después que te cure y cenes, iremos al parque a jugar.”

Ya mas tranquila, aunque con un poco de dolor en su heridas, Evita dijo: “Mamá, yo quiero un hermanito o una hermanita para jugar. Pronto cumpliré seis años. ¿Por qué no me regalas una hermanita?” Iris se puso un poco triste. Le hubiera gustado regalarle un hermanito o hermanita a su adorada princesita. “Mi amor, eso lo decide Dios. Además un hermanito se tarda nueve meses en venir al mundo, tu cumpleaños es en dos meses, por eso no te puedo regalar una hermanita. ¿Qué otra cosa te gustaría que te regalara amor?
La niña insistía en lo mismo: “¡Mamá, yo quiero una hermanita!” “Es muy rápido tu cumpleaños, no puedo hacerte ese regalo, además papá Dios es el que te la puede regalar. ¿Qué tal un animalito? Quizás un gatito.” Evita se enojo y casi gritando contesto: “¡No mamá, un gato no, son malos, y no quieren ser mis amigos!” Después mas tranquila, sonriendo dijo: “Prefiero que me regales un perrito, para ladrar como él. Le pediré a Dios que me regale una hermanita para mi otro cumpleaños, él si me la va a regalar.”

Iris la beso en su carita llena de arañazos, que aun sangraban un poco. “Si hijita, si Dios quiere, él te podrá regalar una hermanita. Para Dios nada es imposible. Algún día me entenderás hijita. Pero yo te voy a regalar el perrito más bonito del mundo. Para que juegues con él y sea como un hermanito. Pero no debes molestarlo, porque también se puede enojar como el gato.” “No mamá, porque los perros no arañan, y si es tu amigo no te muerde. Los gatos maúllan y los perros ladran.”

Autora: Carmen Lydia Rosa.

EL CUMPLEAÑOS DE EBER.

Eber es un niño muy bonito, con su color morenito. Tiene un tío que se llama Gabriel y lo quiere mucho y es su angelito. Todos están muy felices hoy, ¿y saben porque? Es el cumpleaños de Eber, hoy cumple tres añitos. Eber esta muy contento, su mamá y su papá le compraron una ropita muy bonita y él se pone tímido cuando todos le dicen lo bonito que se ve. Mamá y papá le tienen preparada una gran fiesta. Toda la familia y amigos están unidos para disfrutar del cumpleaños de Eber. Eber esta feliz porque ya le están trayendo muchos regalos. Eber quiere muchos juguetes, caballitos, carritos, animales, y todos los juguetes que existen en el mundo. A Eber le gustan los payasos y sus padres ya le tienen un payaso para su fiesta, Eber se va a poner bien contento. El payaso lo hará reír mucho y también a sus primos y amiguitos. Eber quiere que le pinten la cara cómo al payaso y también a sus amiguitos y primos. Sus amiguitos Fernando y Alex miran la piñata grande, dentro de ella hay muchos dulces. Priscila y David que son sus primos, ya quieren romper la piñata para agarrar muchos dulces, porque cómo a Eber y sus amiguitos, les gusta mucho comer dulces. También quieren comer mantecado y pastel. Eber esta muy feliz con su fiesta de cumpleaños. Lo que mas le gusta de su fiesta son los regalos, la piñata y el pastel. El pastel tiene muchos colores y su mamá le dijo, que en el pastel también estaba escrito su nombre.

Eber se acerca a la mesa donde está el pastel. Lo mira y sonríe de felicidad. Toda la familia y amigos se acercan a la mesa, junto a Eber, para cantarle “feliz cumpleaños”. “Happy birthday to you, happy birthday to you, happy birthday dear Eber, happy birthday to you.” Eber se acerca al pastel y con todas sus fuerzas sopla las tres velitas. Todos lo aplauden y le tiran fotos. A Eber le gusta que le tiren muchas fotos con sus primitos y amigos. Ya los demás niños quieren comer pastel. Eber quiere comer pizza porque tiene hambre y es su comida favorita. Los demás niños quieren romper ya la piñata, quieren agarrar muchos dulces. Eber comienza a abrir sus regalos con la ayuda de su mamá y su papá. En su cara se puede notar una sonrisa de felicidad y orgullo. Tío Gabriel besa con mucho cariño a su sobrinito y le pregunta: “Tata, dime, de todos los regalos, ¿Cuál te gustó más? “El tuyo tío, pero yo quería que me regalaras una gallina para jugar.” Todos se rieron y tío Gabriel le contesto: “cariño mío, algún día te regalare muchas gallinas de todos colores, blancas, negras, café, moradas y amarillas.” Eber le dio un abrazo y un beso a su tío y con su vocecita inocente, le dijo: “Gracias tío, yo quiero una gallina blanca.” Más tarde todos se agruparon para romper la piñata. Priscila y Eber lograron romper la piñata, todos agarraron muchos dulces. Eber quería comerse todos los dulces pero mamá dijo que no, era la hora de comer lo que mas le gustaba a Eber… pizza. También tenia que tomar mucha leche para tener sus dientitos sanos. Eber se sentía ya un hombrecito, tenía tres añitos. De tanta fiesta y tanto comer el pobrecito Eber se cansó. Mientras los demás niños jugaban, Eber se quedo dormido. También los hombrecitos de tres años se cansan. Su tío Gabriel lo llevo a su cama, le dio un beso y le dijo: “Dios te cuide mucho sobrinito, estás creciendo y estoy orgulloso de ti.” Ese día Eber soñó que en su fiesta de cumpleaños había una gallina blanca que corría y volaba por toda la casa y él la perseguía, corría detrás de ella para jugar, pero nunca logro alcanzarla. Nunca Eber olvidaría que su tío le había prometido muchas gallinas.


FIN.

Carmen L. Rosa.

CUÁNDO YO SEA GRANDE QUIERO SER.

Es hora de dormir, ya son las nueve de la noche. Siempre a esta hora tengo que estar acostada en mi cama. Todas las noches mi mamá o a mi papá me leen un cuento. Hoy le toco a mi papá. Mi papá se sienta en una esquina de la cama, primero me da un beso, me dice “buenas noches amor” y comienza a contarme sus mejores cuentos. ¿Y saben porque él me dice buenas noches antes de comenzar su cuento? Porque antes de que él termine su cuento ya yo me he dormido. ¿Qué cuento me ira a leer mi papá esta noche? Quiero que comience ya, no puedo dormir sin mi cuento nocturno. Eran cinco hermanos, de cinco a diez años. Un día el papá y la mamá se sentaron para hablar con sus hijos. Estaban ya preocupados por su futuro. La pregunta que sus padres le hicieron fue esta: “Díganme mis hijos, ¿Qué piensan ser cuando sean grandes?” El mayor dijo, “cuando yo sea grande quiero ser poeta, quiero escribir sobre la luna, las flores y los planetas. Quiero hacerle un poema al sol, para que nos de mas brillo. Y que no queme mis plantas ni a mis animalitos. Quiero hacerte un poema mamá, el tuyo será el mas bonito.” “Gracias hijo – dijo la mamá – espero puedas triunfar y que tu sueño se haga realidad.” “¿Y tu que quieres ser?” le pregunto el papá al segundo hijo. “Yo quiero ser bombero, quiero apagar el fuego, es malo. Hace mucho daño, quita las vidas. Yo evitare que eso pase, trabajare noche y día. Antes de que el fuego empiece yo estaré en alerta, así podré usar mi manguera, saldrá mucha agua, correrá como cascada, parecerá río, se desbordara por todo el camino y apagara el incendio. Con tanta agua no habrá fuego que pueda conmigo.” “Muy bien hijo mío –dijo el padre – pero ten en cuenta tu vida, debes cuidarte mucho y tienes que pensar que pasaría si hay una sequía.” La madre le pregunto al tercero, “¿y tu que piensas ser hijo mío?” “Cuando yo sea grande quiero ser maestro, quiero que todos los niños aprendan conmigo. Les enseñare a contar, les leeré cuentos, aprenderán a escribir. Estarán tan educados y me lo agradecerán a mi.” “Eso esta muy bien –dijo la madre - pero tienes que educarte tu primero para poder educar a los demás. Dios te ayude y que seas el mejor de los maestros.” Llego el turno del cuarto hijo, y antes del que el papá le hiciera la pregunta, dijo, “Cuando yo sea grande quiero ser medico. Así papá cuando te enfermes yo te voy a sanar. Todos mis amigos vendrán a mi hospital. Curare a todos los pobres, no me tendrán que pagar. Pero a todos los ricos les cobrare, tendré un hospital tan grande que se llenara con mas de cien pacientes.” “Una carrera muy bonita hijo – dijo el papá – tienes que estudiar mucho, te tendrás que sacrificar. Pero si pones empeño, seguro lo lograras. Estaremos muy orgullosos de ti.”

El más pequeño esperaba su turno. Eran niños muy bien educados y respetaban mucho a sus padres. Solo hablaban cuando se les preguntaba algo. Por eso cuando su mamá le pregunto, sin pensarlo mucho, el pequeño respondió: “Cuando yo sea grande no quiero ser nadie, no quiero irme de aquí. Quiero seguir siendo el bebé, estar junto a mi papá y mi mamá. Yo no quiero crecer, quiero quedarme como estoy. Los niños no trabajan, no viven solos, los niños son de mamá y papá. Si crezco ya mamá no me cuidara. Quiero quedarme aquí en mi casa siempre con mi mamá y mi papá.” “Pero hijo mío – dijo la mamá – siempre te vamos a querer. Pero algún día nos dejaras. Cuando te cases, otra familia tendrás.” “¡No, -dijo el niño llorando – mi cariño es de ustedes, nadie se los quitara. Yo no me quiero ir de aquí, yo no quiero estudiar! Quiero estar contigo mamá y contigo papá, para siempre.” El niño se abrazo a sus padres y comenzó a llorar amargamente. Sus padres le dieron muchos besos y su papá le dijo: “No llores mi amor, no tienes que decir nada ahora. Tienes mucho tiempo para pensar, pero quiero que sepas esto hijo, un hijo siempre es un hijo, aunque tenga ochenta años, y siempre estarás en la falda de mamá. No importa hacia donde vayas, por mas lejos que estés, siempre mamá y papá te llevaran en su corazón.” Mamá dijo, “Mi amor, una madre nunca olvida a aquel que salio muy dentro de su ser. Cuando seas más grande lo entenderás mejor. Anda mi amor, vamonos a dormir, no llores corazón.” Paso el tiempo y el niño creció. Un día sin sus padres preguntarle, dijo, “¡Mamá, papá, vengan! Ya decidí lo que quiero ser cuando sea mas grande.” “¡Si hijo! –dijeron sus padres – dinos, ¿Qué quieres ser cuando seas mas grande?” El niño le dijo, “Yo quiero ser el presidente de los Estados Unidos. Tendré mucha gente que trabajara conmigo. Viviré en una casa blanca y ustedes se vendrán a vivir conmigo. Y no podrán decir que no, tendrán que obedecerme, porque no se puede discutir con el presidente, eso seria una ofensa para los Estados Unidos.” Todos rieron y estaban muy felices.

El papá le dijo: “Tendrás que estudiar mucho hijo, ser buen patriota, y no te olvides que debes ser muy bueno con la gente para que voten por ti. Nada de escándalos, ya tu mamá y yo estaremos viejitos, queremos vivir en paz. No es fácil ser presidente, pero veremos a ver que pasara.” El niño estaba contento, ya por fin sabía lo que quería ser. Pero no estaba seguro si había escogido la mejor profesión. Su madre le dijo, “Cuando yo tenia tu edad quería ser maestra, mira termine siendo enfermera.” El padre le dijo, “cuando yo tenia tu edad quería ser ingeniero, y mira termine siendo abogado.” Entonces el niño ahora mas seguro de lo iba a decir, “Pues papá, si no llego a ser presidente, terminare siendo alcalde”. Cuando el papá termino de hacer el cuento, su niña estaba medio dormida, le dio un calido beso y dijo, “¿Cuál será tu porvenir hija mía? Se levanto despacio para irse y no despertarla. Cuando estaba cerca de la puerta, oyó la voz de su hija, que medio dormida decía: “papá cuando yo sea grande quiero seguir siendo tu hija. Que no dejes de quererme nunca. Y cuando tu seas viejito yo te contare cuentos a ti.”

Fin.

Autora: Carmen Lydia Rosa.