martes, 6 de octubre de 2009

EL NIÑO ENAMORADO DE UNA ESTRELLA.

Joselito miraba hacia el cielo todas las noches, le gustaba mirar la luna y las estrellas. Comenzaba a contar todas las estrellas, hasta que aparecía su estrella favorita. Joselito se ponía muy feliz, aquella estrella era las más bella, la más pequeña, la que más lo alumbraba. Joselito estaba locamente enamorado de esa estrella brillante. Ella desde el cielo lo miraba y le sonreía. Joselito se sentía el niño más feliz del mundo.

“Estrellita, eres la mas linda en el cielo. Quisiera tener alas para poder volar al cielo. Estar junto a ti, jugar y después besarte.” “Me puedes ver desde tu ventana, desde allí podemos jugar a las adivinanzas o lo que tú quieras. Quiero decirte que tú también eres un niño muy guapo.”

“Tú alumbras mis noches, mucho mejor que la luna. Como tú no hay otra estrella en el cielo. ¿Que quieres que juguemos hoy? La estrellita sonriendo con esa sonrisa de puro diamante, le dijo: “Dime Joselito, ¿sabes cuantas estrellas habemos en el cielo?”

Joselito muy feliz le contesto: “No se estrellita. Ustedes son muchas y no se pueden contar. Pero a ti yo te conozco, te puedo reconocer, eres diferente a las demás.”
“Joselito, tú eres muy especial para mi. Otra adivinanza amigo, ¿Cuándo es que las nubes cambian su color tan blanco?”

“Cuando va a llover, o viene una tormenta, las nubes se ponen oscuras, de un color gris.” La estrellita sin dejar de sonreír, le contestó: “Eres muy inteligente Joselito. Estoy muy orgullosa de ser tu amiga.” Joselito se puso triste, le dijo: “Yo quiero ser tu amigo, pero también quiero ser tu novio. Estoy enamorado de ti. Quiero que estés siempre aquí jugando conmigo.”

“No puedo estar siempre junto a ti. Mi casa es el cielo y la tuya es la tierra. Pero podemos platicar y jugar todas las noches. No quiero verte triste. Creo que ya es hora de que te vayas a dormir. Mañana seguiremos jugando, siempre te estaré esperando.”

Joselito comenzó a llorar. “¡No, no me quiero ir a dormir. ¡Quiero que me des un beso! Me gustaría que estuvieras en mi mano, para que tu luz hermosa, alumbre siempre mi cuarto.”

“No llores Joselito. Bajaré por un momento a darte un beso y también le dejare claridad a tu cuarto. Pero será solo una vez. Después seguiremos siendo grandes amigos, pero desde la lejanía. Tú me veras desde tu ventana y yo te alumbrare, y seguiremos jugando, pero desde el cielo. No puedo dejar solas a mis hermanas. ¿Me lo prometes?”

Mas tranquilo, Joselito respondió: “esta bien mi linda estrellita. Siempre te voy a querer. Eres mi única novia. Ven dame el beso, ahora si que tengo sueño, quiero dormir feliz.”

La estrella bajó del cielo. Beso con ternura a Joselito. El niño sintió ese beso como el mejor de los regalos, se parecía a los besos de mamá. Su tierna luz se le quedo grabada para siempre en sus tiernos ojos. La estrella se fue muy alegre al cielo y Joselito durmió como nunca había dormido antes, con una bella sonrisa en sus labios...

Todas las noches y siempre a la misma hora, Joselito miraba hacia el cielo. Esperando que saliera su amada estrella. Pero un día ya no la volvió a ver más. La estrellita había crecido, ya no la podía distinguir. Joselito también creció, ya podía dormir sin ver su estrella. Pero de vez en cuando miraba hacia el cielo y sonreía. Era lindo ver la claridad de la luna y el brillo de todas las estrellas. ¿Cuál de ellas será aquella que una vez fue su adorada novia? Difícil de adivinar, ahora eran todas iguales.

Fin.

Autora: Carmen L. Rosa.